April 26, 2024

Dios no se enfada con Su pueblo cuando ellos se quejan por tener sed, sino que los cuida y los alimenta

Esta mañana en mi tiempo personal con el Señor fui impresionado por Dios una vez más… por lo rico, lo justo, lo generoso, lo amoroso y lo tierno de Dios, y Su gracia tan abundante. En el libro de Números vemos que el pueblo de Israel volvía a murmurar contra Dios y contra Moisés –porque tenían sed. Sin embargo, en esta ocasión, cuando Moisés fue a Dios buscando una solución, Dios le dijo a Moisés “hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua…” (Números 20:8). Es como si hubiera una roca siguiendo al pueblo de Israel en su viaje por el desierto y cuando tienen sed solamente tienen que hablarle a la roca, pues ésta ya ha sido “herida”. Bueno, regresando a Moisés… sabemos que él estaba enfadado con el pueblo de Israel y en lugar de hablarle a la roca la golpeó dos veces. Ya que no santificó a Dios ante Su pueblo en este asunto, decimos que representó mal a Dios, que en realidad no estaba enfadado con Su pueblo. A Moisés no le fue permitida la entrada a la buena tierra junto con el pueblo, ni a Aarón. De hecho esto es algo muy serio. Nosotros necesitamos conocer a nuestro Dios, al Dios a quien servimos, como aquel que es justo, generoso, amoroso, cordial y lleno de gracia. Cuando Su pueblo tiene hambre y sed y se quejan/murmuran por ello, Dios no se enfada con ellos sino que los cuida y los alimenta.

Así como una madre no se enfada cuando su hijo tiene sed sino que lo mima y le da de beber, de este mismo modo Dios no se enfadó con el pueblo de Israel cuando tuvieron sed y clamaban a Él por ello. Dios asumió toda la responsabilidad de darles agua. Cuando vamos conociendo a Dios como Aquel que cuida, alimenta, ama y cuida a Su pueblo, aprendemos a NO precipitarnos en hablar cosas por Dios o en nombre de Dios a Su pueblo y a NO acusar a Su pueblo cuando está sediento y se queja o murmura por eso. Nosotros necesitamos aprender a considerar Su naturaleza santa, a santificarlo y a representarlo adecuadamente ante Su pueblo. Todo cuanto hagamos y digamos acerca del pueblo de Dios tiene que ser absolutamente de acuerdo con la naturaleza santa de Dios. Si no es de este modo, estaremos rebelándonos contra Dios y Le estaremos ofendiendo en nuestras palabras y en nuestros acciones.

En la vida de iglesia sucede que nos sentimos ofendidos por alguien u ofendemos a alguien. En estas ocasiones, cuando oramos al Señor, es una buena práctica que nos abramos a Él y oremos sobre Su palabra penetrante para que divida el alma del espíritu y podamos discernir correctamente (Heb 4:12). Si no es de este modo, luego de varias ofensas, llegaremos a tener “oraciones de acusación” hacia otros creyentes.
Incluso si tenemos razón y alguien hiciera algo que no es agradable para nosotros, hemos de saber que el deseo del corazón de Dios es suplir a Sus creyentes; cuidarlos y alimentarlos de una manera apropiada (por supuesto, las ofensas necesitan ser traídas a la luz y tener comunión acerca de ellas, pero en este caso, en lo que a nosotros se refiere, necesitamos venir al Señor personalmente para ser nutridos, cuidados…). Hemos de ser cuidadosos cuando oramos a Dios por Su pueblo. El pueblo de Dios es santo y limpio delante de Él ya que Su pueblo es uno con Cristo y es Cristo (Col 3:11). [Compartir inspirado por el Estudio de cristalización de Isaías (1) y el estudio-vida de Números, mensaje 29 read this portion in English via God is not angry with His people when they are thirsty and complain about it; rather, He cherishes and nourishes them!]

¡Señor, que te atesoremos a Ti y a Tu pueblo! ¡Que podamos representarte apropiadamente y Te ministremos a los otros creyentes! ¡Queremos aprender a santificarte en nuestro trato con todos los creyentes! ¡Que te consideremos y hagamos todas las cosas de acuerdo con Tu naturaleza santa!