Aunque sólo ha pasado un mes desde que regresé de la Conferencia europea para jóvenes, puedo decir que ese verano ha sido decisivo y un nuevo comienzo en mi actitud hacia la vida cristiana. Las dos cosas que más me impresionaron fueron la importancia de la oración, y la comunión especial acerca de la influencia de los creyentes sobre el mundo.
Finalmente la oración comienza a tener sentido y se ha convertido en algo real para mí. Como alguien que ha crecido en la vida de iglesia, es fácil llegar a percibir todo como un mero ritual u obligación. Las muchas veces en que fui “obligada” a orar en las reuniones de jóvenes, decía con desgano las frases y las palabras que estaba acostumbrado a escucharles a los servidores cuando oraban. Aunque mis palabras hacían buenas oraciones, estaban vacías. En alguna ocasión yo quería orar por mis amigos en la escuela –pero no teniendo ese sentir del Padre dentro de mí, mi carga era muy limitada. Mateo 9:36 dice:
Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban afligidas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.
Yo empecé a darme cuenta de lo limitado que era mi esfuerzo humano inclusive para amar a las personas. Como humanos buscamos compañía de manera natural. Sin embargo, querer ayudar a otros usando nuestro don de gentes natural no tiene ningún sentido. Ahora, hay alguien en nuestro interior que pone su vida por sus hermanos. Este es el Señor Jesucristo. Hay solamente un Sumo Sacerdote, y Él mora en nosotros. ¡Alabado sea el Señor!
Por lo tanto, la oración simplemente significa que nosotros no podemos por nosotros mismos, pero el Señor sí puede. Al ver esto inmediatamente supe la multitud de cosas por las que podría orar. ¡Ahora comprendo a los santos que pasan dos horas orando juntos cada semana! La iglesia misma está colocada sobre el fundamento de la oración. Sin ese intercambio con el Señor, Su economía no tiene manera de avanzar en esta tierra.
En nuestro viaje desde Milton hasta Edimburgo, pasando por Romford y Glasgow para finalmente llegar a Male Ciche, confiando en el Señor como nuestro guía, fue una lección muy importante. Las hermanas y yo enfrentamos muchas dificultades con el sistema de transporte público, coordinando las agendas de todos y el estrés de estar en territorio desconocido. Algunas veces sólo podía decir: “Señor, Tu eres todo lo que necesito ahora.” Por Su misericordia, nos cubrió durante todo el viaje y nos puso en casas con reuniones de hogar cuando más necesitadas estábamos del suministro del Señor a través de los santos.
Fue una bendición el estar en una reunión de oración con santos que recién habían migrado a Glasgow para llevar allí el testimonio del Señor. Pude sentir verdaderamente la urgencia del Señor en los santos por tener frutos y ganar un testimonio en Escocia. Estábamos en una pequeña habitación en un día triste y lluvioso, no obstante me sentí como si estuviéramos en la cima de una montaña gloriosa. El Señor brillaba en nuestros rostros porque estábamos orando por el deseo de Su corazón.
También fui impresionada por la comunión especial “La influencia de los creyentes sobre el mundo,” en la conferencia en Polonia este año. Mateo nos dice que como creyentes, somos la sal de la tierra, la luz del mundo y las semillas el evangelio. Mateo 5:13 nos pregunta:
… Pero si la sal se hace insípida, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
Esta es una palabra muy seria. ¿Hemos perdido nuestra función como la sal de la tierra? Esta pregunta me llevó a reflexionar acerca de mi vida y el testimonio que daba a mis amigos en el Instituto. Recuerdo momentos en que sentí vergüenza del evangelio, sintiéndome incómoda al sólo mencionar la palabra “Dios” o “Señor Jesús” frente a mis compañeros.
Sin una vida secreta con el Señor, perdemos nuestra función como la sal de la tierra. Esto no es algo que hacemos ni nuestra habilidad para ser una buena persona. Una vez que hemos sido llenos del disfrute de Cristo, rebozando con Él, otros espontáneamente sentirán la vida divina dentro de nosotros y verán la luz de Dios. Juan 15:5 nos dice que permanezcamos en el Señor Jesús: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de Mí, nada podéis hacer.”
He regresado de mi tiempo en Europa. Ahora valoro de manera muy fresca lo preciosa que es la vida de iglesia. A pesar de nuestras diferencias culturales y las barreras de los idiomas, todos compartimos la misma vida divina dentro de nosotros. Podemos orar juntos, perseverar juntos y permanecer juntos en el Señor como Su expresión corporativa. ¡Señor, por Tu misericordia, mantennos en Tu disfrute, individual y corporativamente! [Hermana Diana, compartiendo su disfrute en el viaje por Europa y el campamento de verano en Polonia 2010. Read this article in English, via a turning point in my attitude toward my Christian life, the Poland European YP Conference 2010 in Male Ciche]
4 thoughts on “cómo cambió mi actitud hacia mi vida cristiana, la Conferencia europea para jóvenes 2010 en Male Ciche”
Comments are closed.