Esta mañana el Señor me refrescó el versículo en Mat 1:6 en la genealogía del Señor Jesús,
E Isaí engendró a David, el rey. Y David engendró a Salomón de la que había sido mujer de Urías.
Y yo disfruté la primera parte de la nota 3 de este versículo. En la palabra “Salomón”,
cuando David cometió asesinato y adulterio, él fue reprendido por el profeta Natán, a quien Dios envió específicamente para condenarlo (2Sam 12:1-12). Al ser condenado, David se arrepiente. En el Salmo 51 se recoge su arrepentimiento. Luego Dios lo perdona (2Sam 12:13). Entonces engendró a Salomón (2Sam 12:24). Por lo tanto, Salomón es el resultado de la transgresión del hombre, con su arrepentimiento además del perdón de Dios.
David fue un hombre según el corazón de Dios y él conocía a Dios y a su corazón, pero también cometió un error muy grande al cometer adulterio y asesinato para obtener a Betsabé, la que fue mujer de Urías. Dios reprendió a David, él se arrepintió – Dios lo perdonó, pero aún así lo castigó (su primer hijo murió). Finalmente nació Salomón de “la que había sido mujer de Urías” – Salomón fue el producto de un matrimonio especial entre la transgresión de David, más su arrepentimiento junto al perdón de Dios. Él vino como resultado de una trasgresión muy grave cometida por el rey David, que incluyó adulterio y homicidio. Sí, David fue perdonado por Dios – pero fue castigado gubernamentalmente y fue entonces que David hizo la oración que se encuentra en Sal 51:17-18, donde dice:
17. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
18. Haz bien con tu benevolencia a Sion; Edifica los muros de Jerusalén.
Hay una conexión entre la oración de David y la casa de Dios. Si somos una de esas personas justas en sí mismas, que nunca ha cometido un error grande que haga que los hermanos y hermanos muestren desaprobación por nosotros, entonces podríamos seguir siendo los mismos “justos en sí mismos” de siempre, completamente incapaces de ser edificados con otros porque sólo “los justos” pueden alcanzar su nivel. Dios tiene un tratamiento especial para algunos en esta situación, una misericordia especial, que no es una cosa CUALQUIERA, sino algo específico que Dios algunas veces permite – como un error grande que cometamos, que ni siquiera nosotros mismos sabemos cómo pudo haber ocurrido o por qué. Cuando este tipo de error es cometido y volvemos nuestro corazón al Señor buscando Su perdón y el don del arrepentimiento es dado a nosotros en la penetrante luz del Señor, no hay “arrepentimiento superficial” – sino ¡un espíritu quebrantado, un corazón contrito y humillado delante del Señor! Mediante una experiencia así, aquello que nos impidió ser edificados, es destrozado, quebrado, roto en pedazos – y Cristo como el Salomón verdadero se forma en nosotros. Cuando conocemos personas que tienen este tipo de espíritu y no mera palabrería, nos damos cuenta que no somos medidos y juzgados por el hombre sino que estamos DEBAJO de todas las cosas y de todos, dispuestos a ser esclavos de todos si es necesario. ¡El Señor se complace en morar con este tipo de persona que un espíritu como éste!
Esta es la misericordia de Dios en nosotros – Él nos toca, nos quebranta, incluso permite que cometamos errores, entonces nos preguntamos perplejos: – ¿cómo pudo haber pasado eso? ¡Pero pasó! ¡Ahora nuestro corazón está contrito, nuestro espíritu está quebrantado y hemos de saber que ciertamente a Dios le encanta venir y morar con nosotros! Él no se complace en morar con los que permanecen intactos, sin transformación, los orgullosos o los justos en sí mismos… En Su arreglo soberano, Él permite que pasen cosas y que cometamos errores para que podamos ser tocados por Él en lo más profundo de nuestros ser. Algunos de nosotros somos muy fuertes y Él tiene que hacerlo. Él no HACE que fallemos, pero PERMITE que nos ocurra; luego Él viene con misericordia, gracia, dulzura y perdón y ¡nosotros experimentamos arrepentimiento como respuesta a Su presencia! ¡La ternura de Dios nos conduce al arrepentimiento! Aunque se trata de un error, un fallo, cuando éste es seguido por un auténtico arrepentimiento causado por la luz divina Y Dios nos concede Su perdón, en lugar de quebrantarnos de la manera inapropiada, llegando a estar amargados – algo se forma dentro de nosotros, lo cual es bueno para la edificación del Cuerpo de Cristo. ¡Cristo, como el Salomón verdadero y actual, se forma en nosotros! Por este proceso llega a haber algo en nosotros que es para la edificación del Cuerpo de Cristo. En cierto sentido es extraño que nuestros errores, más nuestro arrepentimiento, junto al perdón de Dios – ¡producen algo en nosotros que edifica el Cuerpo! [Inspirado en el mensaje 11 del Estudio de cristalización de Isaías (2). Read this portion in English also via, our transgression plus our repentance joining God’s forgiveness issues in something for the building!]
¡Señor, ten misericordia de nosotros! ¡Que no pase el tiempo y sigamos siendo los mismos! ¡Que no seamos creyentes justos en sí mismos! ¿Señor, no oramos por que vengan errores y fracasos – oramos que por Tu misericordia algo sea producido en nosotros para la edificación de Tu Cuerpo! ¡Que Tu mano permanezca con nosotros, Señor y que avancemos en Ti! ¡Que tengas una manera, querido Señor! ¡Guíanos al arrepentimiento y fabrica un corazón puro en nosotros! ¡Nos entregamos a Ti para la edificación de Tu Cuerpo –gana más en nosotros de esta manera! ¡Gana en nosotros lo que deseas ganar!