Aleluya por Mateo 5:14 que dice:
Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
Esta mañana fui impresionado por el hecho de que nosotros como la iglesia somos una ciudad que brilla asentada sobre un monte. Varios aspectos de este asunto me “chocaron” mientras estuve disfrutando este versículo y leyendo algunas porciones del Estudio de cristalización de Isaías, el avivamiento matutino, mensaje 6, tomado del Estudio-vida de Mateo:
- ¡Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder! No podemos vivir como “cristianos escondidos”, es decir, que nadie a nuestro alrededor sepa que somos creyentes en el Señor y que Lo amamos. Si así fuera, necesitamos desesperadamente venir a la luz del Señor, y… ¡Ser revitalizados! Una ciudad asentada sobre un monte puede verse aún desde lejos, así que… ¡NO PODEMOS estar escondidos!
- No es “un gigante spiritual” el que está brillando sino “una ciudad”. Esto implica que… ¡El Señor está edificando! No es que un individuo sea muy espiritual él solo. Necesitamos ser edificados junto a los santos en nuestra localidad para llegar a ser la “ciudad que brilla”, la miniatura de la Nueva Jerusalén. ¡Nosotros somos los que brillamos! Si no somos edificados con los hermanos y hermanas junto a los cuales nos ha colocado el Señor, es poco probable que seamos parte de la “ciudad” que brilla. La ciudad es algo corporativo, una ciudad edificada. ¡Necesitamos ser edificados más!
- Relacionando este versículo con Ap 21:23-24 vemos que somos la Nueva Jerusalén hoy, pero en “miniatura”. En realidad Dios es quien brilla dentro y entre nosotros y no necesitamos ninguna luz artificial o natural. Nosotros somos los componentes de la ciudad, aquellos que están edificados juntamente y somos la via mediante la cual Él puede brillar hoy. Al disfrutar al Señor cada día, Le estamos permitiendo brillar en todo nuestro ser y llegamos a ser transparentes para Él: Puede brillar en nosotros primeramente en nuestra localidad y finalmente en todo el universo.
- ¡En la cima de un monte! ¡Aquí no dice “una gran ciudad en una extensa llanura”! Dice, “asentada sobre un monte”. Cuando somos edificados en Dios, mediante nuestro disfrute personal de Él; cuando somos edificados todos juntos, mediante nuestro disfrute corporativo del Señor, que incluye el orar con los santos…¡estamos en la cima de la montaña! Esta es la cumbre del plan de Dios para nosotros: ¡La edificación de Su Cuerpo! Cuando estamos siendo edificados, somos un gran despliegue de las riquezas de Cristo, las cuales son forjadas en nosotros mediante todas nuestras experiencias personales y corporativas con Él. La prueba más difícil a la que es sometida nuestra espiritualidad y al mismo tiempo, la virtud más excelente en nuestra vida cristiana no es nuestro disfrute y experiencia personales de Cristo, sino y enfáticamente ¡ser edificados juntos como Su expresión local, que es una parte de Su Cuerpo universal!
Ser edificados con otros creyentes es realmente el requisito supremo y más elevado de Dios para Sus buscadores fieles, de acuerdo a uno de los atributos divinos de la Trinidad Divina: La unidad, como podemos ver en Juan 17. Igualmente, que todos los que son copartícipes de la vida divina sean edificados juntos, es la virtud más elevada de aquellos que perseveran en el Señor en la economía eterna de Dios (ver El secreto de la salvación orgánica: El Espíritu con nuestro espíritu). ¡Señor, continúa edificándonos en Tu vida! ¡Queremos edificar y ser edificados! ¡Edifícanos como Tu expresión corporativa en el sitio en que nos has puesto, y como Tu expresión universal en el mundo entero! [read this portion in English via as the ones built up with the saints in our locality as the church, we are the light of the world]
4 thoughts on “Somos la luz del mundo cuando somos edificados junto a los santos en nuestra localidad como la iglesia”
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