April 27, 2024

Nuestra mente, emocion y voluntad son obstáculos subjetivos para que la vida de Dios se manifieste en nosotros

Ver los obstáculos subjetivos de nuestra mente, emoción y voluntad, que la vida de Dios encuentra en nosotros, y nuestra necesidad de ser quebrantados y fortalecidos en nuestro hombre interior para que la vida de Dios sea vivida en nosotros.

Es maravilloso darnos cuenta de que nosotros, como creyentes en Cristo, tenemos la vida de Dios en nosotros, pero necesitamos percibir que nuestro yo es un obstáculo para vivir la vida de Dios; nuestra mente, emoción y voluntad son obstáculos subjetivos para la vida de Dios en nosotros. Necesitamos una visión clara en la que tengamos por hecho de que la vida cristiana es en realidad Cristo viviendo en nosotros, [Gálatas 2:20] pero, como creyentes, la mayor parte del tiempo no vivimos a Cristo, ya que no permitimos que Su vida se manifieste en nosotros.

En primer lugar, tenemos muchos conceptos humanos de lo que un cristiano debe ser y hacer, y no nos ocupamos del Cristo que vive en nosotros. Ser cristiano significa que tomamos solo a Cristo como nuestro objetivo y nos ocupamos del Cristo vivo que tenemos dentro de nosotros. Ser cristiano no se trata de hacer muchas cosas exteriormente, sino de cuidar al Cristo vivo que reside en nuestro espíritu, [1Corintios 6:17] para ser uno con Él y dejarle vivir en nosotros.

El segundo problema predominante es la hipocresía: muchas veces nos preocupamos más por nuestra apariencia externa de lo que nos preocupamos por nuestra vida personal, íntima y privada con el Señor. Puede que tengamos una cierta buena actitud y un comportamiento agradable hacia los demás, pero todo esto proviene de nuestra bondad natural y no del Cristo que vive en nosotros.

El tercer problema que la vida de Dios encuentra en nosotros es la rebelión: es posible que sepamos lo que el Señor quiere que hagamos y cuáles son Sus requisitos para nosotros, pero no aceptamos Su dirección ni pagamos el precio por obedecerle. Nuestra falta de voluntad para obedecer al Señor es en realidad el principio de rebelión en nuestro vivir.

Para Dios, la obediencia es más preciosa que muchos sacrificios. Todos somos culpables de cometer el pecado de desobedecer el sentido de Cristo en nosotros.

Finalmente, el cuarto problema es nuestra capacidad natural; podemos considerar los otros tres problemas como grandes obstáculos, pero nuestra capacidad natural puede ser algo que atesoramos.

La única solución a todos estos obstáculos en nosotros es pasar por la cruz por medio del poder de la resurrección en nuestro espíritu; cuando ejercitamos nuestro espíritu y permanecemos en el espíritu mezclado, la cruz de Cristo opera en nosotros para dar muerte a cualquier concepto humano, hipocresía, rebelión y capacidad natural, para que Cristo sea Aquel que vive y se expresa en nosotros.

Hoy queremos ver los obstáculos más subjetivos que la vida de Dios encuentra en nosotros, y cómo podemos enfrentarlos, para que la vida de Dios crezca en nosotros, se extienda en cada parte de nuestro ser, se exprese a través de nosotros y fluya libremente de nosotros.

Ver los obstáculos subjetivos para la vida de Dios en nosotros: nuestra mente, emoción y voluntad

Un verdadero cristiano, es aquel que está lleno de la vida de Dios y se hace uno con y para el cumplimiento del propósito de Dios, también es alguien cuya mente, emoción y voluntad cooperarán con su espíritu, permaneciendo bajo el control y la dirección de su espíritu.

Sin embargo, la mayoría de los creyentes de hoy son bastante anormales, ya que su mente, parte emotiva y voluntad no cooperarán con su espíritu, sino que estas contradicen su espíritu; por tanto, viven bajo un velo.

Por lo tanto, la vida de Dios en nosotros encuentra los obstáculos subjetivos de nuestra mente, emoción y voluntad; debido a que no las hemos tratado adecuadamente para que cooperen con nuestro espíritu, esta es la razón por la cual tenemos problemas y la vida de Dios no se puede expresar en nosotros.

El problema de nuestra mente: necesitamos cooperar con Cristo poniendo nuestra mente en el espíritu

Haya, pues, en vosotros esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús. Filipenses 2: 5El primer problema subjetivo es el problema de nuestra mente. Todo lo que hacemos y decimos está dirigido por nuestra mente; por lo tanto, si lo que hacemos en nuestra

vida cristiana y en nuestra vida de iglesia, incluso las cosas buenas como predicar el evangelio y visitar a los nuevos creyentes, se originan en nuestros pensamientos y no en el Señor dentro de nosotros, simplemente estaremos realizando actividades religiosas.

Incluso si nuestra predicación del evangelio, la visita a los nuevos creyentes y la visita a los santos enfermos en el hospital tienen éxito, estas actividades no ayudarán a otros a tocar a Cristo, sino que son más bien una representación de algunas actividades religiosas.

Necesitamos darnos cuenta de que todas nuestras acciones y palabras tienen que tener su origen en la vida de Cristo dentro de nosotros, para que Su vida pueda ser vivida en nosotros: esta es nuestra vida cristiana.

Necesitamos ser renovados en el espíritu de nuestra mente, es decir, debemos ejercitar nuestro espíritu y permitir que nuestro espíritu se extienda y sature nuestra mente, domine nuestra mente, hasta que tengamos la mente de Cristo (Filipenses. 2: 5; 1 Corintios 2:16; Efesios 4:23).

Nuestra mente necesita ser renovada en la palabra de Dios para que nuestros pensamientos estén alineados con Sus pensamientos, nuestras opiniones sean Sus opiniones y nuestros conceptos sean lo que Él piensa (Romanos 12:2).

Aunque tenemos la vida de Cristo en nuestro interior, la mayor parte del tiempo no cooperamos con la vida de Cristo en nuestros pensamientos y acciones, por ende, no permitimos que esta vida se pueda manifestar en nosotros. Sin embargo, cuando ponemos nuestra mente en el espíritu, ¡nuestras acciones externas estarán de acuerdo con nuestro hombre interior!

Necesitamos poner nuestra mente en el espíritu, y así no habrá más discrepancias entre nosotros y Dios; Él y nosotros estaremos en paz, no en enemistad, y experimentaremos paz y reposo en nuestro interior (Romanos. 8: 6).

Una y otra vez debemos poner nuestra mente errante en nuestro espíritu mezclado (1 Corintios 3:16) y orar por la palabra de Dios, para que nuestra mente se renueve y se alinee con los pensamientos de Dios.

Podemos orar de esta manera:

“Señor Jesús, resplandece sobre nosotros y expón cuánto vivimos, no de acuerdo con Tu vida interior, sino de acuerdo con nuestros pensamientos y conceptos. Sálvanos de obstaculizar Tu vida en nosotros al vivir de acuerdo con nuestra mente no renovada. Queremos aprender a poner nuestra mente en nuestro espíritu una y otra vez, orando para que la palabra de Dios se renueve en nuestra mente, para que así Tu mente se convierta en nuestra mente. ¡Amén, Señor, ¡que la mente de Cristo esté en nosotros y que seamos renovados en el espíritu de nuestra mente”! ¡Aleluya!

El problema de nuestra voluntad– necesitamos tener una voluntad fuerte y dócil en resurrección

Porque Dios es el que realiza tanto el querer como el hacer por Su beneplácito. Filipenses 2:13El segundo problema subjetivo es el problema de nuestra voluntad; tenemos la capacidad de percibir la intención del Señor en nuestro espíritu, pero nuestra voluntad puede ser tan obstinada que elige no cooperar con el Señor.

Muchas veces los cristianos sabemos lo que Dios quiere de nosotros y nuestra mente conoce con certeza la voluntad de Dios; sin embargo, no estamos dispuestos a someternos y obedecer. Podemos entender, saber, aprehender y sentir profundamente que el Señor quiere que hagamos una determinada cosa, pero nuestra voluntad se niega a someterse y nosotros a rendirnos; el resultado es que perdemos la presencia del Señor.

¡Nada vale la pena perder la presencia del Señor, porque Su presencia y Su sonrisa lo son todo para nosotros!

Es posible que el Señor quiera que vayamos a disculparnos con nuestra esposa o nuestro compañero de trabajo por una palabra que les dijimos, sin embargo, no tenemos la disposición de hacerlo, porque queremos hacer otra cosa, o ir a otro lugar.

Debido a que nos negamos a aceptar el hablar y sentir del Señor dentro de nosotros, perdemos fácilmente la presencia del Señor.

Nuestra voluntad es un gran problema. A veces nuestra voluntad es fuerte, pero no en las cosas del Señor; otras veces nuestra voluntad es débil y suave, pero no hacia el Señor sino hacia el mundo.

Nuestra voluntad necesita ser tratada por el Señor para que sea fuerte y dócil; es decir, necesita ser fuerte y valiente cuando se trata del Señor y Su voluntad, y necesita ser dócil y obediente cuando el Señor no quiere que le insistamos.

Cuando nuestra voluntad pase de la muerte a la resurrección, será una con el Señor, de acuerdo con Su voluntad; si tenemos tal voluntad, la vida de Dios fluirá a través de nosotros y se expresará en nosotros.

Necesitamos dejar que Dios opere en nosotros tanto el querer como el hacer por Su beneplácito (Fil. 2:13). Tener una voluntad que pueda cooperar con Dios es un gran asunto.

Podemos dirigirnos al Señor en oración así:

Señor Jesús, opera en nosotros tanto el querer como el hacer por Tu beneplácito. Sálvanos de vivir en rebelión contra Ti, es decir, de negarnos a obedecer Tu dirección y hablar interior. Te entregamos nuestra voluntad obstinada. Ábrete camino entre nosotros. Opera en nosotros mientras pasamos tiempo contigo personalmente y con los santos corporativamente. Señor, queremos tener una voluntad que sea fuerte y flexible, una voluntad que sea una contigo y que exprese Tu voluntad.

El problema de nuestras emociones: nuestras emociones y las emociones de Cristo deben convertirse en una sola

Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la perseverancia de Cristo. 2 Tesalonicenses 3:5El tercer problema subjetivo que la vida de Dios encuentra en nosotros es el problema de nuestras emociones. Muchas veces amamos cosas y personas, pero no amamos al Señor. Nos gusta hacer muchas cosas en el mundo, dedicar tiempo a las cosas del mundo, pero no tenemos tiempo para el Señor ya que nuestro corazón está lejos de Dios.

Muchas veces amamos lo que Él odia y odiamos lo que Él ama. El desaliento causado por nuestras emociones es un gran problema y un obstáculo para la vida de Dios en nosotros. Nuestra parte emotiva necesita estar llena de las emociones de Dios y necesitamos entrar completamente en la emoción de Dios.

Necesitamos dejar que Dios dirija nuestro corazón hacia el amor de Dios y la perseverancia de Cristo (2 Tesalonicenses. 3: 5). Necesitamos ser uno con el Señor hasta el punto de tener Sus sentimientos y emociones internas por la iglesia, amar a los santos y anhelarlos en las partes internas de Cristo, tal como lo hizo Pablo (Filipenses. 1: 8).

Necesitamos tener la emoción de Dios y entrar en la emoción de Dios. Nuestros sentimientos de amor, ira, tristeza y gozo deben ser los sentimientos de amor, ira, tristeza y gozo de Dios. Nos debe gustar lo que a Dios le gusta y odiar lo que Él odia.

Debido a que Su vida y naturaleza están en nosotros, Su emoción debe ser nuestra emoción (Efesios 5:25; 2 Corintios 12:15; 1 Corintios 16:24; Apocalipsis 2: 6). Cristo ama a la iglesia hasta el punto de que se entregó a Sí mismo por ella. Pablo amaba a los santos hasta el punto de que, aunque ellos no lo amaban, él era uno con el Cristo que ama la iglesia para amarlos aún más. Necesitamos amar lo que el Señor ama y odiar lo que Él odia.

Él odia el sistema y las obras de los Nicolaítas (Apocalipsis 2: 6), es decir, el sistema de cleros y laicos que anula la función de los hermanos y hermanas; nosotros también debemos odiar lo que Él odia.

Debemos orar diciéndole:

Señor, dirige nuestro corazón al amor de Dios y a la perseverancia de Cristo. Trabaja más en nosotros hasta que nuestras emociones expresen Tus emociones, y amemos lo que amas y odiemos lo que Tu odias. Señor, todo lo que tienes es nuestro en nuestra unión orgánica contigo; has que nuestras emociones sean una con las tuyas, y que nuestros sentimientos de amor, ira, tristeza y alegría sean Tus sentimientos de amor, ira, tristeza y alegría.

Nuestra necesidad de ser quebrantados en el hombre exterior y fortalecidos en el hombre interior para no obstaculizar más la vida de Dios en nosotros

Nuestra persona es verdaderamente un obstáculo para vivir la vida de Dios; es por eso que necesitamos ser quebrantados y la razón por la qué diariamente necesitamos ser fortalecidos en el hombre interior para que Cristo pueda hacer Su hogar en nuestro corazón, cuyas partes principales son la mente, la voluntad y las emociones (Efesios 3:16-17). Witness LeeCuando el Señor nos ilumina y expone nuestra verdadera situación y condición, nos damos cuenta de que todo en nuestro entorno y en nosotros mismos está lleno de obstáculos para Él; incluso nuestra mente, emoción y voluntad son obstáculos subjetivos para Su vida.

Para que la vida de Dios fluya en nosotros, necesitamos tener una mente renovada, una voluntad fuerte y dócil, y una parte emotiva que exprese las emociones del Señor.

Necesitamos cooperar con el Señor para dejar atrás nuestros conceptos, puntos de vista y opiniones, y entrar en la palabra de Dios con mucha oración para ser renovados en el espíritu de nuestra mente para que podamos tener la mente de Cristo.

Necesitamos entregar nuestra voluntad al Señor para que nuestra voluntad sea fuerte y dócil, una voluntad en resurrección que pueda cooperar con el Señor.

Necesitamos que Cristo sature nuestras emociones para que nuestros gustos, placeres, disgustos, amores y odios coincidan con los del Señor. Esto nos muestra claramente que todo nuestro ser es un problema para la vida de Dios, y que nuestra persona es verdaderamente un obstáculo para vivir la vida de Dios.

Todos nuestros problemas se deben a nuestra persona, la cual nunca ha sido quebrantada por Dios; para que la vida de Dios fluya de nosotros y se manifieste en nosotros, nuestra persona necesita ser quebrantada y destrozada, y nuestro hombre interior necesita ser fortalecido y renovado.

Por un lado, necesitamos experimentar el quebrantamiento del hombre exterior, y por el otro, necesitamos ser fortalecidos diariamente en el hombre interior para que Cristo pueda hacer Su hogar en nuestro corazón, cuyas partes principales son la mente, voluntad y emoción (Efesios 3:16-17).

En oración podemos decirle al Señor:

Señor Jesús, reconocemos que todo nuestro ser, incluso nuestra misma persona, es un obstáculo y un estorbo para el vivir y fluir de Tu vida en nosotros y a través de nosotros. Señor, hoy podemos ver la urgente necesidad de ser quebrantados en el hombre exterior. Por lo tanto, Señor, fortalécenos en el hombre interior para que Cristo pueda hacer Su hogar en nuestro corazón. Amén, Señor, haz Tu hogar en nosotros y satura nuestra mente, emoción y voluntad con Tu misma persona, ¡para que Tú puedas ser expresado y vivido en nosotros! ¡Amén!

Esta es una traducción de, Our Mind, Emotion, and Will are Subjective Obstacles to God’s Life being Lived in us, a www.agodman.com.

Himnos que concuerdan con este tema:
  • ¡Egoismo en el alma excavad / Vida así fluirá
  • Himno 317 Español / English 1214
  • Himno 321 Español / English 748